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El Coliseo
"Cuando el fuego crezca quiero estar ahí"
28 de Febrero, 2008 · General

SUDISTAN. Cap: 3 "LA NEGRA"


Manuel Marques

 

Para Erika

 

 

Íbamos a verjugar al fútbol a la Negra.

 

Una vez porsemana.

Nos escapábamosde la escuela con Jelica y Maria y nos llegábamos a los campos que rodean la estacióndel tren en Caulen.

 

Las tres queríamosser ella.

Y la Negra decía,

“no tienen una cosa mejor que hacer”.

Y se reía.

 

Siempre éramoslas primeras.

Nos gustabaver como se iba armando el ritual.

Una ceremoniaen la que solo participábamos muy limitadamente, muy precariamente.

 

Mirábamos delejos como los tipos se cambiaban.

Como se reíanentre bromas que para nosotras carecían de significado.

Como entrabana la cancha a corretear displicentemente para entrar en calor.

Como se repartíanpor bandos siguiendo un inexplicable sistema de alianzas.

 

Nosotros íbamosa ver a la Negra.

 

Cuando ellallegaba a la cancha, para nosotros comenzaba la fiesta.

 

Después desaludar a sus compañeros de juego, se nos acercaba, y tirándole el bolso a la Maria nos decía:

 

“a ver pendejas si me dan una mano”.

 

La Negra le hacia un culto a la simplicidad.

Era de unascetismo inigualable.

Cubría su culoperfecto y fibroso con un pantalón oscuro, agrisado de viejo.

Al igual quesus medias, que subía hasta mas allá de las rodillas.

Solo se permitíavestir la colorida casaca del los “RainbowSoldiers”.

 

“el amarillo me hace lucir mejor elcolor de ojos”,  se reía la Negra.

 

Una camisetavarios talles más grandes que ocultaban un cuerpo bellísimo.

 

“Rusita, vendame bien las tetas, que escomo mi talón de Aquiles”,la Negra me decíay volvía a reír.

 

O sino,

 

“vení y apretame la faja que se me va aescapar un teta en el partido”.

 

Y ahí iba yo adarle varias vueltas de venda a unos diminutos y casi imperceptibles pechos.

 

Después laturca se ponía los botines y se los ataba al viejo estilo.

 

“el viejo estilo siniestro” decía.

 

Una vuelta decordones por debajo de la suela. Otra vuelta por detrás del tobillo. Y un nudoque se cerraba casi sobre el final del empeine.

 

Con las dosmanos se recogía el pelo largo y negro en un una trenza que se ajustaba mas ymas contra la nuca, y nos preguntaba.

 

“¿estoy linda?”

 

Al final secalzaba la 10.

 

“hay que tener ovarios para llevarlapuesta”, le decíaMaria.

 

Y la Negra respondía siempre, “cabeza, nena, cabeza hay que tener”.

 

Y se largaba atrotar hacia el medio de la cancha.

 

Ahí, en elmedio juego, la Negratenía su reinado.

Se movía conuna soltura y una gracia inigualable.

Parecía que nocorría.

Como si casiflotase cuando tenía la pelota en los pies.

Bien pegada alpie.

Como soldada asu botín derecho.

Un jaz como delos que ya no se ven.

Siempre losojos negros bien abiertos.

Siempre lacabeza levantada.

Con unaintuición felina para saber en que lugar estaba su compañero mejor ubicado.

Y una precisiónmatemática para lanzar el pelotazo que le caería en sus pies.

 

En general lostipos no le pegaban.

O no lepegaban tanto.

Una porque se habíaganado el respeto de todos.

Y otra, porqueparecía resbalar por sobre las piernas rivales.

Como situviese los muslos aceitados.

Como si fueseun fantasma

Un ánima.

Casi etérea.

 

La Negra jugaba y hacia jugar.

 

“nada corre mas rápido que la pelota” afirmaba.

 

Y tocaba rápidopara ir desmarcada a buscar la devolución de una pared.

O volvía sobresus pasos para ayudar a un defensor a sacar una pelota amenazante que caíasobre su propia area.

 

Tuvimos lasuerte, o la desgracia, de ver el último partido que jugo la Negra.

 

Fue unmiércoles.

De mediatarde.

De muchísimocalor.

Ese calor húmedoy pegajoso que solo hace en Caulen.

 

Era unaespecie de desafió.

Algo así comoun partido especial contra un equipo de Ensenada.

Un partido conuna rivalidad macerada por los años.

 

La Negra brillaba.

 

Iba y veniacon la pelota desparramando juego y rivales.

Dribliaba ytocaba corto.

 

Cruzabapelotazos de mas de 40 metros que se depositaban, si o si, en los botines de algúncompañero de equipo.

 

El equipo de la Negra ganaba puno a cero conbaile incluido.

Tenían elpartido más que controlado.

 

Pero la Negra no gozaba a nadie.

A mayorcontrol del juego, mayor era la simpleza con la que ella jugaba.

Siempreencarando el area contraria.

Siemprebuscando estirar la diferencia en el marcador.

 

“a un rival se le demuestra respeto cagándoloa goles”, decía.

 

Y se matabapor recuperar la pelota como si fuesen perdiendo por goleada.

 

Llegando a lamitad del segundo tiempo, la Negra recibe un pase casi en el borde de su propia area.

Antes de darsevuelta ve que todos sus compañeros habían bajado a defender su arco y que solotenia, unos metros mas atrás, al centrofowar de su equipo, un pibe al que creoque le decían Toti.

 

Entonces la Negra gira con la pelotadebajo de la suela de su botín derecho, y ve que tiene una franja del campolibre que llega casi hasta la línea de mitad de cancha.

Y se largar acorrer.

 

Hace veinte o treintametros en una solitaria carrera.

 

Dentro del círculodel medio juego le sale el primer rival.

Un quiebre decintura.

Una finísimafinta.

Y el 4 quedadesbaratado en la gramilla.

 

La Negra empieza a abrirse sobre la bandaizquierda.

Se mueve enuna diagonal recta y profunda.

Siempre con lapelota a unos escasos 10 centímetros de su pie.

 

El numero 3 deellos la sale a buscar.

 

La Negra al verlo venir amaga el pase para Totique la persigue unos metros mas atrás, y levanta la pelota por sobre la piernase su contrincante y ella misma patina por sobre el muslo del adversario ysigue en una derrotero hacia el arco rival.

 

Va cada vezmas pegada a la línea.

 

Solo laseparan del arco un último defensor.

 

El tipo sabeque no tiene que comerse ningún tipo de amagues, así que se para y la invita a la Negra a que se venga.

Casi como quela seduce a que lo busque por algún lado.

 

Y la Negra acelera.

En un piquecorto y extraño.

Se le vaencima como si fuera a chocarlo.

A atravesarlo.

El 2 sabe quele va a ganar por físico.

Que la negrava a rebotar como contra una pared.

Y se afirmasobre su pierna derecha.

 

La Negra lo ve

Y cuando casile puede sentir el aliento,

Cuando hastapuede verle el color de los ojos,

Tira un cambiode pie.

 

La pelota pasacasi instantáneamente de su botín derecho a su pie izquierdo.

En nada.

Ni en una fracciónde segundo.

En unaexhalación.

La globa yaesta un metro adelante sobre la línea blanca de cal, y la Negra corriendo detrás deella.

 

El defensor,gira sobre su pie derecho, y saca un puntazo que se clava en la rodillaizquierda de la Negra.

 

No hay gritos.

 

La Negra cae retorcida en un manojo de espantosobre el césped.

 

Esta comomuerta.

 

Se arma unaespecie de pelea, (en la que nosotras también formamos parte), pero nada pasa amayores.

 

El dos se cagade risa de nuestros insultos, y se refugia bien adentro de su area.

 

La Negra se levanta y pide seguir jugando.

 

No tienerodilla.

 

Es una pelotaazulada y sangrante con que lleva a mitad de su pierna.

 

La trico suciade tierra.

 

La trenza seha convertido en una maraña de pelo.

 

“seguimos”, afirma la Negra.

 

Pero no solo la Negra recibió el golpe.

El equipo pocoa poco se va cayendo a pedazos.

 

La negra estaclavadita en medio de la cancha y solo atina a ver como pasa la pelota.

Apenas puedeestar de pie.

 

El empate notarda en venir.

Y la lluvia depelotazos sobre su propia valla tampoco se hace esperar.

 

Alguien legrita a la Negraque salga.

Ella lofulmina con la mirada y le dice,

 

“ya voy a tener una”.

 

El partido setermina.

Para los deEnsenada un empate es como una victoria.

Así que serepliegan y buscan asegurar el resultado.

 

Esterepliegue, y una jugada un tanto extraña, terminan en un corner a favor delequipo local.

 

En estemomento un corner a favor es mas una burla del destino, que una bendición parael equipo de la Negra.

 

No hay nadieque lo vaya a tirar.

 

Esta es unatarea de la Negra.

 

Pero la minaapenas si puede llegar hasta el area rival arrastrando su desvalida humanidad.

 

Ni siquierahay fuerzas en su equipo para el ir a buscar el gol hasta con el arquero.

 

Aunque sepa aderrota, los locales también esperan llegar a un miserable empate.

 

Todos menos la Negra.

 

Se le acerca aToti que tiene la pelota entre las manos y le dice algo al oído.

 

“a la inglesa”

 

Y se para enel punto del penal.

 

Toti pone el balónen la esquina, separado del banderín y tira el corner dándole a la pelota conla cara interna de su pie derecho.

 

La pelotaarranca casi pegada a la línea de fondo.

Casi como queriéndoseescapar del campo de juego,

Y despuésempieza a abrirse.

La comba haciafuera la va alejando cada vez mas de la mitad del arco, que es el lugar que haelegido el arquero para pararse.

 

La Negra esta solo dentro del area.

Rodeada derivales.

Marcada por elhijo de mil putas del 2.

 

La pelotaviene.

Trae muchísimoefecto.

Los gajosnegros y blancos casi se funden en su girar enloquecedor.

 

La Negra entonces hace que se va a buscar elsegundo palo,

El que estadetrás del arquero.

Pero en realidadsale, da dos pasos hacia delante,

En diagonal,

A medio metrodel vértice izquierdo del área chica,

Y anticipa al2 que se ha quedado parado,

Clavado en elpiso,

Que se hacomido el amague y ve que ahora no llega.

 

La negra saltasobre su pierna derecha,

Esa que estaintacta.

Se arquea enel aire

Su piernamuerta en se vuelve el contrapeso justo que le permite balancear el cuerpo.

Le saca unacabeza a su maldito marcador.

 

La Negra cabecea la pelota.

 

El peloestalla en una explosión de pura negrura.

 

Los ojos girancomo dirigiendo a la globa.

 

Los dientesapretados hasta el dolor

 

Le da con elcostado de su frente,

Le cambia la direccióna la pelota,

La hace trepary meterse por encima de la estirara estéril del guardameta,

La hacecolarse muy cerca del ángulo más lejano

Le hace besarla red.

 

Sin pensarlonos metimos todas dentro de la cancha y hay mismo término el partido.

 

Creo que seagarraron a trompadas.

Una especie detodos contra todos.

 

Nosotros fuimosdirectamente a buscar a la Negray la sacamos entre las tres.

 

Maria y yo lallevamos una de cada brazo.

 

La Negra todavía tenía fuerzas y ganas comopara decirle a Jelica.

 

“pendeja, lo importante no es saltarmas alto, ni correr mas rápido, si no saber siempre donde va a estar la pelota”.

 

Dicen que la Negra anda por el nortevendiendo artesanías.

Que se caso yque tiene un par de hijos.

 

Maria terminoun doctorado en Bioenergia y emigro hacia las Europas.

 

Jelica sequedo en Caulen y administra un hotel.

 

Yo me vine aNueva Shield donde arme una pequeña farmer.

 

Ninguna de lascuatro vio nunca más fútbol.

 

 

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publicado por macongo a las 17:02 · Sin comentarios ·  Recomendar
 
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