
Por: Griselda Ortiz y Osvaldo Reich
Esparta estado militar y aristocrático.
La Esparta de la antigüedad comprendía el alto valle del Eurotas, río que en la actualidad se llama Vasilipótamo y en su curso inferior Iri, no era una única ciudad sino un conjunto de varios villorios. Esparta era en otro tiempo la ciudad más poderosa de la Hélade su fuerza no eran las murallas sino el valor y la unidad de sus habitantes. No necesitaba muros por la protección que le brindaban las altas cumbres del Taigeto, cadena montañosa que domina todo el Peloponeso cuyas cimas casi siempre están cubiertas de nieve. Otra protección no menos importante la brindaba el terrible código espartano, sin él el pueblo no hubiera ocupado un puesto de honor en la historia por su valor y patriotismo, esta legislación es atribuida al sabio Licurgo. Los espartanos repartieron el valle del Eurotas en parcelas iguales que no podían ser ya divididas, cuando un hombre tenía más de un hijo, todos heredaban un terreno indiviso, se fijaba de esta manera la igualdad económica y social que dio fuerza y homogeneidad a su ciudadanía.
El espartano no cultivaba la tierra, este trabajo estaba reservado a los Ilotas, de los que se ha dicho que eran esclavos pero en el sentido habitual de la palabra no lo eran. Cada Ilota tenía su dueño pero éste no lo poseía ni podía venderlo, despedirlo, maltratarlo o matarlo; tampoco podía darle la libertad. Los Ilotas eran propiedad del estado, una especie de siervos puestos al servicio de particulares para trabajar la tierra, éstos podían tener su casa y vivir con su familia en la parcela que se les entregado para cultivar.
En Esparta se consideraba indigno de los ciudadanos la artesanía, el comercio y la agricultura. Las leyes les prohibían en absoluto ganar el pan con su trabajo; debían entregarse por completo al oficio militar y la política. Los periecos se encargaban de las artesanías y del comercio, que se limitaba casi exclusivamente a la provincia de Laconia.
Las leyes y la organización social de Esparta tenían por objeto la formación de un poderoso pueblo de guerreros. El ciudadano estaba al servicio del Estado, éste disponía del joven desde su nacimiento. Cuando un niño nacía, sus padres lo presentaban a unos funcionarios que juzgaban si la robustez del nacido justificaba el trabajo que exigiría su educación, si lo consideraban indigno lo despeñaban desde el Taigeto. Cuando cumplía siete años, se separaba al niño de sus padres y el Estado se hacía cargo de su educación. Los niños eran agrupados a las órdenes de jóvenes muy diestros y cada día debían ejercitarse en la lucha, natación, carrera, lanzamiento de jabalina y en otros deportes preparatorios para la guerra. Cuando la ocasión era propicia, los instructores inducían a los muchachos a combatir entre sí.
Debían entrenarse para soportar el frío, el dolor y el hambre sin quejarse, iban descalzos para que sus pies se endurecieran; tenían que bañarse en el Eurotas todos los días del año y vestían igual tipo de ropa en invierno como en verano.
Ya mayores una vez al año se les llevaban ante el altar de Artemisa para flagelarlos hasta hacerles sangrar. La educación intelectual consistía en nociones de lectura y escritura pero sobre todo se les enseñaba a "decir las cosas en pocas palabras", aún hoy se califica de lacónica esta forma de hablar.
A los veinte años el espartano era considerado apto para llevar las armas y desde ese momento comenzaba su instrucción militar, su servicio armado no concluía hasta los sesenta años. Tan severo entrenamiento hizo de los espartanos los mejores soldados de toda Grecia. La mujer en Esparta era mejor considerada y gozaba de más libertad que la mayoría de los demás estados griegos.
La organización política de esta sociedad de guerreros era una monarquía o más bien una república aristocrática con dos soberanos que eran presidentes de un consejo de treinta miembros y estos eran el más alto tribunal de apelación, 28 de los cuales eran hombres mayores de 60 años elegidos de por vida por asamblea popular. Esta asamblea la componían todos los espartanos mayores de treinta años. Los reyes eran los comandantes en jefe del ejército en caso de guerra. Por último, el más alto organismo de este estado aristocrático era el Eforado. Los éforos o celadores eran cinco personas con atribuciones muy extensas, elegidos por la asamblea, cuya misión era impedir cualquier cambio en la estructura política del país y proteger los privilegios de la clase dirigente (los espartanos) contra los reyes, por una parte, y contra los Periecos e ilotas por otra.
Un comic llevado al cine.
¿Cómo justificar la violencia? Hágase una película con héroes...en una guerra...de hace un tiempo... y si la cuestionan retroceda aún más en el pasado y vuelva a un tiempo de leyenda, listo el filme cuenta con violencia por supuesto, hombres musculosos dispuestos a dejar su vida en pos de una patria común, una nación que defender y por supuesto: EL DISCURSO que justifica.
300 es quizás ese filme con todos los condimentos antes descriptos, que por cierto son pocos, pero que sirven para fijar una posición respecto a una cultura que solo vive en la violencia (E. E. U. U). Todas las sociedades occidentales toman como referencia a Grecia, sólo que siempre ha sido el máximo referente Atenas por tradición gracias a Heródoto, Esparta sólo ha sido objeto de estudio debido a su extraordinaria disciplina. Un estado donde sus ciudadanos son elegidos desde su nacimiento, predestinados a la gloriosa tarea de someter a los esclavos del estado: los ilotas, mayores en número.
¿Cómo lo lograban? No sería fácil dominar y someter a un pueblo mucho más numeroso, mantenerlos como esclavos y proveerse de los alimentos sin mover un dedo; miedo simplemente, terror infundido desde la maquinaria guerrera espartana. La educación, como hoy, era la base que sostenía aquella sociedad.
El Estado disponía de los niños a una edad muy temprana, hay una completa separación de la educación que les dan los padres a sus niños y la que le ofrece el Estado, recordemos a Leónidas en la película llevado a la fuerza por unos funcionarios. Una educación que lo convierte en una máquina de asesinar, un soldado perfecto que no se queja aún herido y sangrando, que vive con poco y nada, que sin la victoria no es digno de la vida. Esta educación formó un estado altamente militarizado y aristocrático, donde la élite gobernante, menor en número, tenía el poder y se aseguraba de reproducir esta sociedad una y otra vez, a través de la enseñanza.
En 300 se enfatiza la figura del protagonista de las termópilas predestinado desde muy joven a vencer a un enemigo mayor, temido por todos, en un lugar estrecho. Lo repetiría siendo mayor y sería el ejemplo a imitar por las nuevas generaciones. La lucha se divide entre oriente y occidente, ésta dicotomía aún divide al mundo. Un pueblo con el ejército más moderno, mejor preparado y menor en número, occidental por supuesto, ha conquistado una porción de aquella milenaria Persia.
El diferente, la minoría, la otra etnia es vista en ésta película como algo a lo que hay que eliminar o excluir, que traiciona por no ser aceptado. El caso de Efíaltes que es personificado como un ser deforme nacido en Esparta y que sobrevive por que sus padres lo ocultan. Él es rechazado para formar parte del ejército debido a que no podía sostener en alto el escudo, pero se le da la oportunidad de ser un colaborador (un aguatero) en el campo de batalla, lo que él rechaza y traiciona uniéndose a los persas e indicando a éstos la forma de rodear la barrera de las Termópilas. Los persas son vistos como de etnia africana. El grueso del ejército lo forman ogros, monstruos y seres mitológicos... al final de la película uno piensa: ¿por qué no aclararon que se trataba de un comic llevado al cine? Porque en definitiva lo es y cabe aclarar que esto no tiene nada de histórico.